miércoles, 14 de agosto de 2019

La estrategia lo es todo. Análisis de Fire Emblem: Three Houses

El pasado 26 de Julio Nintendo sacó a la venta Fire Emblem: Three Houses, exclusivo de Nintendo Switch, y desde su salida ha cosechado un gran número de ventas y críticas positivas, convirtiéndose en el juego más vendido de esa semana en Reino Unido, superando con creces a los anteriores títulos de la saga, Fire Emblem Fates y Fire Emblem Awakening. A pesar de su innegable éxito ¿realmente es un título que merece la pena?



Fire Emblem: Three Houses es un videojuego de rol táctico y aventura desarrollado por Intelligent Systems con la colaboración de Koei Tecmo. Todo el desarrollo de la historia transcurre en Fódlan, un continente que se encuentra dividido en tres naciones diferentes: el Reino de Faerghus, el Imperio Adestiano y la Alianza de Leicester. Aunque se encuentran en un período de paz, éste se verá amenazado por unos sucesos acontecidos hace mil años.

Asumiremos el papel de Byleth (protagonista que podremos elegir tanto su nombre como su género), una mercenaria a la que le ofrecen un puesto como profesora en la Academia del Monasterio de Garreg Mach. Son tres casas las que comprenden esta academia, y cada casa corresponde a una nación: los Leones Azules al Reino de Faerghus, las Águilas Negras al Imperio Adestiano y los Ciervos Dorados a la Alianza de Leicester. Tendremos que elegir una de las tres para hacernos cargo de su tutelaje, y a medida que avance la trama habrá una serie de decisiones que cambiarán el transcurso de la historia. 


La trama de Fire Emblem: Three Houses es muy interesante y extensa, pero no por ello nos abruma con información, sino que a lo largo del juego nos irá dando pistas de lo que ocurre en todo el continente. La principal fuente de información serán los propios personajes, ya que al aumentar el apoyo con ellos, y entre ellos, se podrá saber lo que sucede en distintos puntos de la historia, ya sea a través de los propios personajes o realizando misiones especiales. También depende mucho de la casa que elijas al principio, ya que habrá partes de la historia que estarán incompletas si no se juega con todas las rutas, siendo un videojuego rejugable. A la hora de repetir la historia algunas partes resultarán algo tediosas ya que algunos momentos suceden de la misma forma en todas las rutas, pero aunque los sucesos sean los mismos, las reacciones y las consecuencias son muy diferentes al involucrar a personajes distintos. Al contrario de lo que sucede en algunos videojuegos, la personalidad de todos los personajes es muy rica y elaborada, esto es importante porque aumentando la afinidad con los personajes no solo conoces más de la historia sino que también tiene grandes beneficios en el combate, como aumento de daño o la probabilidad de esquivar ataques enemigos.


Eres profesor, y como profesor tendrás que encargarte de tutelar y guiar a tus alumnos en las distintas aptitudes que posean para hacerles mejorar como caballeros, además de prepararles para el combate. Dependiendo de las mejoras que vayan desarrollando, los personajes podrán elegir el tipo de arma que portar, pudiendo priorizar con éstas los ataques físicos, mágicos o curativos, convirtiéndose en la clase que mejor se adapte a sus habilidades. Al tratarse de un juego de rol por turnos tendremos tiempo de pensar en la mejor estrategia para dar ventaja a nuestro equipo, eligiendo nuestras batallas y las personas que las llevarán a cabo. Los mapas se dividirán en grandes tableros y tendremos que decidir qué personaje debe moverse, hasta qué casilla debe hacerlo o en qué momento deberá atacar al enemigo. Nuestras elecciones son importantes en todo momento y afectarán en el rendimiento del personaje a la hora de combatir, por eso es tan crucial la parte táctica en las batallas, una buena decisión facilitará los encuentros, pudiendo reducir el número de turnos de los mismos. Cada combate puede ser muy diferente del anterior, y cada decisión hace mejorar al jugador como estratega, haciendo que la experiencia de juego sea casi adictiva.


A pesar de tener tantos aciertos posee un fallo muy grande: el apartado gráfico. Nintendo Switch no es precisamente la plataforma con mayor capacidad gráfica, pero sí que tiene la suficiente para crear juegos con un rendimiento más que decente, pero no ha sido el caso de Fire Emblem: Three Houses. Aunque se trata del mejor juego de la saga en ese apartado, el juego tiene errores tan graves de diseño que podría confundirse con un juego de Play Station 2, y siendo generosos. Las texturas y los fondos son los más afectados, sobretodo en las zonas donde hay que cargar más elementos, como en el mercado; se nota que han querido abarcar más de lo que podían. A veces durante las cinemáticas, en las partes donde los personajes no se mueven, en lugar de enseñar imágenes en movimiento dejaban un plano fijo de un fotograma, como si de una foto se tratara.

El apartado artístico, al contrario de lo que se pueda pensar, es muy bonito, sobretodo si nos centramos en la variedad de personajes, las cinemáticas y el diseño del Monasterio, pero se ve gravemente afectado por el apartado gráfico, haciendo que pase desapercibido. Algo que destaca por sí solo es la banda sonora: ya sea paseando por el Monasterio o combatiendo por Fódlan las canciones se quedarán grabadas en tu cabeza, dejándonos una de las mejoras piezas de la saga con The Edge of Dawn. El doblaje, ya sea en japonés o inglés, está muy logrado, haciendo que la inmersión dentro la historia sea completa; personalmente, y si sois lo más otaku que hay como yo, recomiendo que os pongáis el juego en japonés, será como jugar dentro de un anime.


Haciendo un balance de todo el juego el resultado es claramente positivo. A pesar de sus carencias, Fire Emblem: Three Houses es una maravilla, un juego muy entretenido que os dará muchas horas de diversión, con un gran sistema de combate y un buen diseño de personajes que hará que te encariñes fácilmente con los alumnos de la casa escogida. Una compra obligatoria si se tiene una Nintendo Switch.

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