miércoles, 29 de abril de 2020

Animal Crossing: New Horizons, o cómo cobrarte por sobrevivir en una isla desierta


Hay videojuegos que requieren paciencia y habilidad de nuestra parte para poder completarlos, otros temple y saber estar para no tirar el mando por la ventana, y otros en cambio solo traen paz y tranquilidad en este mundo de locos, eso es Animal Crossing: New Horizons. Aunque si bien es cierto que la saga no ha estado precisamente ausente, es verdad que ha sido necesario esperar ocho años, un par de spin-off random, un retraso y una pandemia mundial para que llegara finalmente el lanzamiento del último juego de la saga principal, el pasado 20 de marzo. 


El famoso videojuego de simulación social de Nintendo nos embarca en un viaje que nada más empezar es cuanto menos sospechoso: estamos en lo que parece un pequeño aeropuerto donde nos esperan Nendo y Tendo, los sobrinos pequeños de Tom Nook (¿explotación infantil? Más que probable) que son los encargados del llamado “Plan Asentamiento en Islas Desiertas de Nook Inc”. Estos pequeñuelos te ofrecerán asentarte en islas de dudosa procedencia, que por alguna razón que desconocemos les pertenecen, y nos harán elegir entre una de las cuatro opciones para viajar junto a ellos y otros dos furr… “vecinos” a la susodicha isla. Una vez elegido el lugar donde colocar tu tienda de campaña, y de obligarte a colocar las tiendas de los demás, que al parecer es una tarea realmente compleja, celebraremos una fiesta de bienvenida, en la que obviamente tendremos que buscar nosotros los materiales de la misma. Tras montar un paripé para que nombremos nuestra isla, Tom Nook nos dará la estocada final, dándonos la factura detallada de los supuestos gastos hasta ese momento, porque ese mapache nos cobraría un vaso de agua en un desierto. Y tras cumplir todos los pasos del malvado plan orquestado por una de las mentes más brillantes del mundo de los videojuegos, empezaremos nuestra aventura.


Al contrario de lo que sucedía en anteriores entregas, en esta ocasión estamos literalmente en una isla desierta, no hay tiendas, no hay museo, no hay nada, seremos nosotros los que la hagamos progresar poco a poco gracias a nuestro esfuerzo. Y no solo tendremos que encargarnos de hacerla prosperar, sino que además tendremos la potestad de poder cambiarla a nuestro antojo: creando camino, ríos, cascadas, moviendo las casas de lugar… podremos cambiarla y modificarla como queramos. Es lo que hace única esta nueva entrega de Animal Crossing, que nos hace creer verdaderamente que esa isla nos pertenece. Para poder llegar a tener el control completo de nuestra isla deberemos completar una serie de tareas que desbloquearán la opción de construir los diferentes edificios y crear todas las herramientas del juego, aunque necesitaremos disponer de bayas suficientes para ello ¿Problema? Que nos veremos limitados por el calendario, como ocurre en el resto de la saga (a no ser que modifiquéis la fecha en vuestras Switch, pero aquí somos legales). La duración del día dentro del juego es la misma que en la vida real, por eso el primer día todo el mundo convirtió sus respectivas islas en estercoleros, llenando de lubinas la zona donde se iba a construir el museo al día siguiente, hasta que el impresentable de Sócrates decidiese llegar.

 
Una nueva mecánica que han implementado en este juego y que le sienta como anillo al dedo es la creación de herramientas y objetos a mano. Por primera vez podremos recolectar los materiales y crear nuestros utensilios o los propios muebles que queramos en nuestra casa, y observando la temática de Animal Crossing, resulta tan natural la idea de crear objetos por nuestros propios medios que incluso resulta extraño que no se haya añadido antes. Aunque también podremos comprar objetos para decorar nuestra isla o nuestra casa, resulta más interesante y más barato conseguir los materiales de los objetos que queramos, incluso nos dejarán personalizarlos a nuestro gusto, pero hay otra restricción ante todo esto: las recetas. Para poder fabricar cualquier cosa necesitaremos la receta previamente, y existen muy pocas formas de conseguirlas y todas son aleatorias, ya que solo podremos encontrar recetas en botellas que encontremos en el mar, dentro de los regalos que haya flotando por la isla o porque algún vecino decida regalarla, obligándonos a ajustarnos a que el juego decida darnos la receta del sillón de melocotón que tiene toda la comunidad menos tú (no está basado en hechos reales).

Animal Crossing: New Horizons es un juego precioso en el que Nintendo ha pulido hasta la locura cada detalle de la isla y de los personajes, como el hecho de que la melodía que nos acompaña durante las horas de juego cambia según vayamos modificando la isla, y dependiendo a su vez de la hora que sea, la música es más suave o tiene más ritmo. Aunque la restricción de tiempo sea algo molesta y no podamos avanzar como queramos, New Horizons cuenta con numerosas tareas que completar para poder mejorar la isla, como las millas Nook, una moneda de cambio muy útil que podremos ir desbloqueando a través de logros y misiones, e intercambiar por recetas, mejoras u objetos. Además, el juego cuenta con distintos personajes y eventos, y dependiendo de la época del año podremos realizar diferentes actividades.



Aunque se trate de un muy buen juego de la saga, sigue teniendo algunos problemas que resultan incómodos y sobretodo molestos a la hora de jugar, llegando a eclipsar en cierta medida la grandeza del juego, como es el caso del online. Sí, lo sé, siendo Nintendo deberíamos haberlo visto venir, pero aun así es ridículo que para que varias personas puedan visitar la isla de alguien se tenga que esperar sin poder hacer nada hasta que venga esa persona, viendo una y otra vez la misma cinemática. Esto se repite constantemente, por ejemplo, a la hora de fabricar objetos, ya que si queremos crear cinco palas tendremos que hacerlas de una en una y tragarnos la animación cada vez, es cansino y muy lento. Y otro problema, el que personalmente parece el más frustrante, es el hecho de limitar una isla por Nintendo Switch, obligando a los jugadores a compartirla o a comprarse otra Switch (ya te gustaría, Nintendo). Si solo fuese esto no pasaría nada, el problema es que si se decide por compartir isla uno de los jugadores será el “líder” de la partida y el otro el “acompañante”. Por lo tanto, todo ocurrirá alrededor del jugador líder y el resto solo serán meros espectadores, obligándoles a comprar las recetas que al primer jugador le regalan o impidiéndole colaborar en las tareas que hay en la isla, como la donación de objetos en las primeras casas de vecinos, algo que afecta seriamente a  la jugabilidad de estas personas.

Aunque tiene fallos, Animal Crossing: New Horizons es un videojuego muy entretenido y tranquilo al que podremos jugar durante muchas horas todo el año gracias a sus múltiples eventos y actualizaciones. No es el juego que nos merecemos, pero sí el que necesitábamos en estos momentos que nos ha tocado vivir, haciéndonos olvidar aunque sea durante cierto tiempo el resto de problemas. Un digno merecedor de ser llamado el mejor juego de la saga de Animal Crossing.

1 comentario:

  1. Sin duda hubo un gran boom con este juego, miraras donde miraras todo el mundo estaba con ello hasta que llegó Among Us

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