Hay videojuegos que
requieren paciencia y habilidad de nuestra parte para poder
completarlos, otros temple y saber estar para no tirar el mando por
la ventana, y otros en cambio solo traen paz y tranquilidad en este
mundo de locos, eso es Animal Crossing: New
Horizons. Aunque si bien es cierto que la saga no ha estado
precisamente ausente, es verdad que ha sido necesario esperar ocho
años, un par de spin-off random, un retraso y una pandemia mundial
para que llegara finalmente el lanzamiento del último juego de la
saga principal, el pasado 20 de marzo.
El famoso videojuego de
simulación social de Nintendo nos embarca en un viaje que nada más
empezar es cuanto menos sospechoso: estamos en lo que parece un
pequeño aeropuerto donde nos esperan Nendo y Tendo, los sobrinos
pequeños de Tom Nook (¿explotación infantil? Más que probable)
que son los encargados del llamado “Plan Asentamiento en Islas
Desiertas de Nook Inc”. Estos pequeñuelos te ofrecerán asentarte
en islas de dudosa procedencia, que por alguna razón que
desconocemos les pertenecen, y nos harán elegir entre una de las cuatro
opciones para viajar junto a ellos y otros dos furr… “vecinos” a
la susodicha isla. Una vez elegido el lugar donde colocar tu tienda
de campaña, y de obligarte a colocar las tiendas de los demás, que al
parecer es una tarea realmente compleja, celebraremos una fiesta de
bienvenida, en la que obviamente tendremos que buscar nosotros los
materiales de la misma. Tras montar un paripé para que nombremos
nuestra isla, Tom Nook nos dará la estocada final, dándonos la
factura detallada de los supuestos gastos hasta ese momento, porque
ese mapache nos cobraría un vaso de agua en un desierto. Y tras
cumplir todos los pasos del malvado plan orquestado por una de las
mentes más brillantes del mundo de los videojuegos, empezaremos
nuestra aventura.
Al contrario de lo que
sucedía en anteriores entregas, en esta ocasión estamos
literalmente en una isla desierta, no hay tiendas, no hay museo, no
hay nada, seremos nosotros los que la hagamos progresar poco a poco
gracias a nuestro esfuerzo. Y no solo tendremos que encargarnos de
hacerla prosperar, sino que además tendremos la potestad de poder
cambiarla a nuestro antojo: creando camino, ríos, cascadas, moviendo
las casas de lugar… podremos cambiarla y modificarla como queramos.
Es lo que hace única esta nueva entrega de Animal Crossing, que nos
hace creer verdaderamente que esa isla nos pertenece. Para
poder llegar a tener el control completo de nuestra isla deberemos
completar una serie de tareas que
desbloquearán la opción
de construir
los diferentes
edificios y crear
todas las herramientas del
juego, aunque
necesitaremos disponer de
bayas suficientes para ello ¿Problema? Que nos veremos
limitados por el calendario, como ocurre en el resto de la saga (a no
ser que modifiquéis la fecha en vuestras Switch, pero aquí somos
legales). La duración del día dentro del juego es la misma que en
la vida real, por eso el primer día todo el mundo convirtió sus
respectivas islas en estercoleros, llenando de lubinas la zona donde
se iba a construir el museo al día siguiente, hasta que el
impresentable de Sócrates decidiese llegar.
Una nueva mecánica que
han implementado en este juego y que le sienta como anillo al dedo es
la creación de herramientas y objetos a mano. Por primera vez
podremos recolectar los materiales y crear nuestros utensilios o los
propios muebles que queramos en nuestra casa, y observando la
temática de Animal Crossing, resulta tan natural la idea de crear
objetos por nuestros propios medios que incluso resulta extraño que
no se haya añadido antes. Aunque también podremos comprar objetos
para decorar nuestra isla o nuestra casa, resulta más interesante y
más barato conseguir los materiales de los objetos que queramos,
incluso nos dejarán personalizarlos a nuestro gusto, pero hay otra
restricción ante todo esto: las recetas. Para poder fabricar
cualquier cosa necesitaremos la receta previamente, y existen muy
pocas formas de conseguirlas y todas son aleatorias, ya que solo
podremos encontrar recetas en botellas que encontremos en el mar,
dentro de los regalos que haya flotando por la isla o porque algún
vecino decida regalarla, obligándonos a ajustarnos a que el juego
decida darnos la receta del sillón de melocotón que tiene toda la
comunidad menos tú (no está basado en hechos reales).
Animal Crossing: New
Horizons es un juego precioso en el que Nintendo ha pulido hasta la
locura cada detalle de la isla y de los personajes, como el hecho de
que la melodía que nos acompaña durante las horas de juego cambia
según vayamos modificando la isla, y dependiendo a su vez de la hora
que sea, la música es más suave o tiene más ritmo. Aunque la
restricción de tiempo sea algo molesta y no podamos avanzar como queramos, New Horizons cuenta con numerosas tareas que
completar para poder mejorar la isla,
como las millas Nook, una
moneda de cambio muy
útil que podremos ir
desbloqueando a través de logros y misiones, e intercambiar por
recetas, mejoras u objetos. Además,
el juego cuenta con
distintos personajes y
eventos, y dependiendo de la época del año podremos realizar
diferentes actividades.
Aunque se trate de un
muy buen juego de la saga, sigue teniendo algunos problemas que
resultan incómodos y sobretodo molestos a la hora de jugar,
llegando a eclipsar en cierta medida la grandeza del juego, como es
el caso del online. Sí, lo sé, siendo Nintendo deberíamos haberlo
visto venir, pero aun así es ridículo que para que varias personas
puedan visitar la isla de alguien se tenga que esperar sin poder
hacer nada hasta que venga esa persona, viendo una y otra vez la
misma cinemática. Esto se repite constantemente, por ejemplo, a la
hora de fabricar objetos, ya que si queremos crear cinco palas
tendremos que hacerlas de una en una y tragarnos la animación cada
vez, es cansino y muy lento. Y otro problema, el que personalmente
parece el más frustrante, es el hecho de limitar una isla por
Nintendo Switch, obligando a los jugadores a compartirla o a comprarse otra
Switch (ya te gustaría, Nintendo). Si solo fuese esto no pasaría
nada, el problema es que si se decide por compartir isla uno de los
jugadores será el “líder” de la partida y el otro el
“acompañante”. Por lo tanto, todo ocurrirá alrededor del
jugador líder y el resto solo serán meros espectadores,
obligándoles a comprar las recetas que al primer jugador le regalan
o impidiéndole colaborar en las tareas que hay en la isla, como la
donación de objetos en las primeras casas de vecinos, algo que
afecta seriamente a la jugabilidad de estas personas.
Aunque tiene
fallos, Animal Crossing: New Horizons es un videojuego muy
entretenido y tranquilo al que podremos jugar durante muchas horas
todo el año gracias a sus múltiples eventos y actualizaciones. No es el juego que
nos merecemos, pero sí el que necesitábamos en estos momentos que
nos ha tocado vivir, haciéndonos olvidar aunque sea durante cierto
tiempo el resto de problemas. Un digno merecedor de ser llamado el
mejor juego de la saga de Animal Crossing.
Sin duda hubo un gran boom con este juego, miraras donde miraras todo el mundo estaba con ello hasta que llegó Among Us
ResponderEliminar